El canon de belleza masculino de la civilización occidental actual es el legado que los antiguos romanos nos han dejado, y es que en la civilización romana existía una fascinación por la belleza, que podía observarse tanto en hombres como en mujeres.
Podemos ver representado este canon en las esculturas de la época. Estas están basadas en cálculos matemáticos, en medidas proporcionadas y en la simetría, algo que también estuvo presente en la sociedad griega. Para los romanos un cuerpo perfecto era el que tenía todas sus partes proporcionadas a la figura entera. Los hombres romanos tenían cuerpos atléticos y para llegar a la perfección debían tener las mismas cualidades que los dioses; equilibrio, valentía y belleza.
Los hombres cuidaban sus cabellos y solían llevarlos largos al igual que la barba. Para mantener una buena imagen recurrían a sus sirvientes, que les aseaban y maquillaban.
Respecto al icono de belleza de la mujer estaba basado en mantener un piel muy blanca, algo que en la actualidad puede resultarnos extraño, ya que en el siglo XXI una piel morena se considera el modelo de belleza ideal. Para mantener este tono de piel utilizaban una base llamada carbonato de plomo, un compuesto que hoy en día se considera perjudicial para la salud.
Las romanas utilizaban azafrán o antimonio para dar color a los ojos y el Khol, para delinear los ojos, el mismo ingrediente que utilizaban los antiguos egipcios. La orcaneta servía para sonrosar sus mejillas y en sus labios aplicaban sulfuro de mercurio.
El cuidado de la piel también tenía su rutina de belleza:
- Las mujeres romanas se aplicaban una mascarilla por la noche, que retiraban con leche por la mañana.
- La exfoliación del cuerpo se realizaba con aceite de oliva y piedra pómez.
- Después se limpiaban con agua y por último aplicaban aceites aromatizados de flores.
Las mujeres romanas, al igual que las actuales, se depilaban brazos, piernas, axilas y labio superior. Estos rituales de belleza eran llevados a cabo por las esclavas especializadas en estas artes, que ayudaban a las mujeres de clase alta a mantener su aspecto y diferenciarse de las clases inferiores.
El cuerpo perfecto de una romana debía ser un cuerpo robusto con senos pequeños, un rostro con ojos grandes y perfil triangular. Todos estos detalles se representaban en las esculturas de mármol que retrataban a las grandes personalidades de la época.
¿Te atreverías a lucir como una verdadera romana?